La política del temor a la impopularidad | Tomás Bengolea L., Presidente de ChileSiempre en EMOL
El pasado martes 10 de noviembre se aprobó en la Cámara de Diputados el segundo retiro anticipado del 10% de los fondos de pensiones, con un respaldo político transversal: unánime en la izquierda -con la honrosa excepción de Pepe Auth- y con un amplio apoyo en los partidos de ChileVamos. En total, sólo 18 parlamentarios votaron en contra de esta iniciativa. El problema no sólo radica en que se trata de una mala política pública, como se ha dicho hasta el cansancio, sino en la cultura instalada en la política chilena de ceder ante la voz de la calle o ante el temor de los parlamentarios de ser impopulares.
El retiro anticipado de este segundo 10% es una política pública que perjudica las pensiones de los trabajadores chilenos. Sólo por mencionar algunos ejemplos, con este retiro las personas sin grandes caídas en sus ingresos se verán proporcionalmente mucho más favorecidas que las más vulnerables: el 20% más rico del país se llevaría la mitad de los recursos retirados, en comparación al 5% que retirará el quintil más bajo. Por otro lado, la Superintendencia de Pensiones ha sostenido que el segundo retiro generará una disminución de un 23% en las jubilaciones de los trabajadores, comparado con el 13% en que se vieron reducidas por el primer retiro. ¿La guinda de la torta? Cuatro millones de chilenos podrían quedar sin ningún peso en sus cuentas de ahorro de realizarse este segundo retiro.. Algo bastante paradójico considerando que la clase política lleva años diciendo que mejorar las pensiones es una prioridad, y que se necesitan más y no menos recursos para lograrlo.
Como se puede ver, el segundo retiro anticipado del 10% de los fondos de pensiones no sólo es una mala política, sino que es aún peor que el primer retiro. Esto es relevante porque cuando se discutía el primer retiro, muchos parlamentarios y dirigentes de centroderecha se opusieron con fuerza a esa iniciativa, pero ahora decidieron aprobar, a pesar de ser aún más dañina para las pensiones futuras.
¿Qué es lo que piensa un parlamentario que hace tres meses despotricaba contra el primer retiro del 10% y ahora vota a favor del segundo retiro? Varias cosas. En primer lugar, han argumentado que votaron a favor por la falta de iniciativa política del gobierno. En simple: “si el gobierno no propone nada, yo voto por una mala política pública”. Sin embargo, la razón de fondo parece ser otra: es el temor a ser impopulares. Se ha repetido con frecuencia que en privado varios parlamentarios han dicho, con razón, que los retiros anticipados de fondos de pensiones son una mala idea, pero que no existe el piso político para rechazar la iniciativa. En simple: son pocos los que están dispuestos a votar por convicciones y rechazar aquello que es perjudicial para los chilenos, si es que eso les significa poner en jaque su popularidad.
¿Y el retiro no era inconstitucional? Muchos de los parlamentarios que se opusieron al primer retiro de los fondos de pensiones sostuvieron que esta iniciativa era inconstitucional, puesto que se trataba de una asunto que era materia de ley, pero que estaba siendo tratado por medio de una reforma constitucional para eludir la iniciativa exclusiva del Presidente, y que además había sido aprobado por 3/5 los miembros de la cámara por medio de un artículo transitorio, y no por los 2/3 que exige una reforma constitucional a derechos fundamentales como la seguridad social. Los mismos parlamentarios de centroderecha que se llenan la boca con el Estado de Derecho, hoy eluden las reglas constitucionales con la misma banalidad con la que lo hace cierta izquierda política, vulnerando la Constitución que prometieron o juraron respetar.
En definitiva, la aprobación de este segundo retiro anticipado de los fondos de pensiones muestra la peor cara de la política chilena: congresistas dispuestos a promover una política pública deficiente e injusta, con tal de conseguir migajas y recuperar algo de popularidad para salir del 3% de apoyo que tiene el Congreso. Pero es aún peor para los parlamentarios de centroderecha que hace tres meses se oponían con fuerza al retiro, y que ahora lo han aprobado: con su actuación se suman al diagnóstico de que la Constitución está derogada (la derecha apoyando a Atria) saltándose las reglas del juego, y le demuestran a los ciudadanos que creemos en la libertad, la justicia y el Estado de Derecho, que no son estos parlamentarios los indicados para promover con valentía esas ideas.
Vaya mi reconocimiento, desde esta humilde tribuna, a los 18 diputados que estuvieron dispuestos a rechazar esta política pública injusta, que configura el escenario ideal para la expropiación futura de los fondos, implica saltarse las reglas constitucionales y darle la espalda al gobierno. Pero, sobre todo, merecen un reconocimiento por votar por sus convicciones, y no por el temor a ser impopulares.