Contra el concenso socialdemócrata | Jaime Tagle D., director de Formación de ChileSiempre en Controversia.cl
27 de agosto de 2020
Se acercan tiempos de elecciones y con ellos de definiciones políticas. Tanto el plebiscito de entrada, como una eventual elección de constituyentes y la elección presidencial harán a los distintos sectores definir sus proyectos políticos de cara los desafíos que enfrentará Chile. Algunos grupos o personas ya han empezado a dar luces de qué podrían proponer al país en los próximos eventos electorales.
Desde el Frente Amplio hasta sectores de ChileVamos ha surgido el concepto de socialdemocracia. Como toda etiqueta política, su significado no ha sido aclarado plenamente por quienes lo han planteado, y muchos conocedores o entendidos en la materia han cuestionado el uso de dicho concepto. Más que entrar en el detalle concreto sobre qué es la socialdemocracia y quiénes sí son estrictamente socialdemócratas, obviamente estamos frente a una etiqueta ideológica que sirve para representar, por un lado, un compromiso con el pragmatismo y la moderación, y una política económica y social centrada en un Estado de Bienestar por el otro. Esta pareciera ser la fórmula de mayor consenso político nacional de cara al futuro.
Pero muchos chilenos probablemente no estemos disponibles para ese tipo de concesiones. No porque no creamos en la necesidad de grandes acuerdos que tengan por fin el bien de Chile, no porque estemos contra la democracia y mucho menos porque creamos que nunca se debe ceder en política. No estamos disponibles porque asumirse socialdemócrata es una abdicación en las convicciones que tarde o temprano se vuelve irreversible.
Abanderarse por la socialdemocracia es dejar de lado todas las ideas de base sobre las que se funda todo promotor de una sociedad integralmente libre. La socialdemocracia no reconoce la concepción cristiana del hombre y de la sociedad. Por lo mismo, los países socialdemócratas tienden además a tener legislaciones permisivas en materia de aborto o reconocen el llamado matrimonio homosexual.
La socialdemocracia niega abiertamente el principio de subsidiariedad, precisamente porque pone la prioridad en el Estado, y no en la libre iniciativa de las personas y los cuerpos intermedios. Por lo mismo, propone un Estado mucho más presente en toda la vida social, con lo que adquiere un papel protagónico en múltiples actividades. Lo mismo, genera una confusión entre lo público y lo estatal, viendo lo que es de la sociedad toda como algo que es propio y casi exclusivo del Estado. Esta supremacía del Estado tiende a conducir a la descomposición del tejido social y a los problemas propios de la hipertrofia del aparato estatal.
Un ejemplo es la educación, donde se desarrolla un Estado docente que se antepone al derecho preferente de los padres a elegir la educación de sus hijos. Con ello, se produce una merma en la libertad de enseñanza, creando un sistema de instrucción homogéneo y uniforme, que destruye la diversidad de proyectos educativos.
En lo que queda de este 2020 habrá otras definiciones, tanto personales como de partido, a través de las cuales veremos cómo se consolida o cae el naciente consenso socialdemócrata. La política es dinámica y el futuro está abierto. Aunque dicho consenso sea muy popular, quienes creemos en la sociedad libre no podemos abandonar nuestros ideales y banderas sin haber dado la batalla en el plano cultural y político que, en mi personal convicción, tienen todavía mucho que ofrecerle a Chile, mucho más que la socialdemocracia.